Tal día como hoy, hace ya siete años, Madrid, y toda España, se estremecieron ante un ataque cruel y desmedido que sufrió la capital en diferentes puntos y líneas de la "Renfe". Dicho acto minó la moral de todos los madrileños y puso en jaque al servicio sanitario y de emergencias de la Comunidad, que realizó una gran labor humana de ayuda a todos y entre todos.
Tal día como hoy, hace ya siete años, yo me levantaba por la mañana como un día más cuando me llamó mi madre por teléfono para decirme lo que había pasado. Sin dudarlo, puse la televisión y me quedé de piedra al ver las imágenes que ofrecían. ¿Cómo se puede tener tanta maldad? Obviamente querían hacer daño, no hay más que ver el resultado, y lo consiguieron. Familias destrozadas, supervivientes que tardaron años en recuperarse, si es que lo han conseguido a estas alturas, secuelas inolvidables... un sin fin de motivos que nos llevaron a casi todos los madrileños a salir a la calle en manifestación por lo ocurrido. Recuerdo que, durante la manifestación, llovía y se gritaba "No está lloviendo, Madrid está llorando".
Tal día como hoy, hace ya siete años, descubrí una pasión que hasta entonces no conocía. Ví el inmenso despliegue de medios sanitarios y de emergencia que se movilizaron para atender a todas las víctimas, pude comprobar como los servicios sanitarios no daban abasto, trasladando cientos de heridos y, por desgracia, otro gran número de cadáveres. Entonces, tras ese shock, decidí dedicar mi tiempo a ayudar a los demás, a prestar mi atención y conocimientos a gente que los necesitara. Así, después del verano, comencé a formarme como Técnico en Emergencias Médicas con una de las instituciones que estuvo presente en tal acto terrorista, Cruz Roja. A día de hoy, soy voluntaria de Cruz Roja y me siento agusto con lo que hago, ayudando a la gente cuando es necesario y, entre todos, poniendo un granito de arena para mantener protegida una localidad, una ciudad, un país.
Tal día como hoy, hace ya siete años, un grupo de desalmados truncó los sueños y esperanzas de quienes, como cada mañana, iban a trabajar o estudiar, de quienes viajaban en tren por diferentes motivos y de todos sus familiares que sufrieron con dolor y angustia una muerte cruel en una parada inesperada.
Ánimo a todas las personas que perdieron un familiar, un amigo, un ser querido aquel horrible 11 de marzo, porque, en el fondo, todos perdimos algo aquella mañana.
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